¿Y SI LOS GRANDES CARGUEROS LLEVASEN VELAS?
Cada año, la industria naviera emite más de 1000 millones de toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera. Es un 3 % del total mundial y lo mismo que genera, por ejemplo, la industria de la aviación. Además, es un sector de difícil descarbonización, por lo que su cuota irá aumentando a medida que se reduzca el CO2 de otras fuentes. En 2050, causará el 17 % de las emisiones mundiales de este gas, según la ONU.
Los tipos de barco más contaminantes son los cruceros, por su elevada necesidad de energía, y los portacontenedores, que suelen moverse a velocidades más elevadas que la media, lo que implica mayor consumo de combustible. Para reducir su impacto, la Organización Marítima Internacional ha establecido una serie de requisitos de eficiencia y emisiones, aunque los objetivos están lejos de ser vinculantes.
La llamada navegación lenta es una de las formas más sencillas de reducir las emisiones de los barcos. Bajar la velocidad un 20 % reduce el consumo de combustible hasta en un 34 %. Además, el uso de combustibles alternativos y, sobre todo, el abandono del combustible búnker (la escoria del proceso de refinado del petróleo) son prioritarios.
De cara al futuro, algunas navieras estudian la posibilidad de volver a usar el viento, la fuerza que ha impulsado la navegación durante siglos. Además de velas, se contemplan soluciones como grandes cometas, cilindros que aprovechan el efecto Magnus o palas similares a las de los aerogeneradores.
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