Además de haber ido al lugar que más quiero viajar en la vida, Bhutan, esta señora de Accenture* - habla del poder del viaje para quitar prejuicios y abrir cabezas. Estoy muy de acuerdo con eso, y le agrego que viajar e investigar tienen mucho en común, no solo porque muchas veces van de la mano, sino porque cada investigación puede funcionar como un viaje, aunque sea en la esquina de casa, o por estos momentos, desde casa. Para quien disfruta indagar, cada viaje es una invitación a hacerlo, pero también creo que no es una actitud automática: es un seteo mental de curiosidad.
Leer también puede cumplir la función de hacernos ver las cosas de otra manera, sobre todo en tiempos de pandemia y/o de moneda devaluada. Dice Mar Augé en el mismo libro de la introducción que “(La antropología general) se interesa por todo, pero no se detiene en nada. No es relativista y se interesa por las diferencias sólo para superarles. En este sentido, es esencialmente viajera.”**
Viajar es recordar que a lo largo del mundo las cosas funcionan de manera diferente, pero tampoco tanto. Un puñal en el corazón al argentino que cree que nació en el único país con paros generales, con corrupción política y con buena carne. Eso me gusta de la frase que puse al principio: propone que hay que extrañarse de un espacio o situación para entenderla mejor. Una vez, en un restaurant de Johannesburgo un cliente intentó explicarme que ya no había discriminación en Sudáfrica mientras nosotros y todos los (blancos) comensales eramos atendidos exclusivamente por gente de color. El nivel de desconexión me pareció sorprendente, pero seguramente su marco de referencia era otro, su relación con la historia de su país lo hacía ver las cosas de otra manera. Y también es posible que haya sido un racista de 💩.
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