El viento en la región septentrional de Colombia, en el departamento de La Guajira, se ha vuelto un bien muy codiciado. La mayoría de los proyectos eólicos que se desarrollan en el país han decidido levantar sus iniciativas en medio de comunidades wayúu.
La gran paradoja de estos planes de transición energética es que continúan perpetrando prácticas extractivistas. No es posible afirmar que las empresas interesadas en desarrollar parques eólicos estén llevando a cabo planes y acuerdos con las comunidades. La historia de La Guajira es la historia del despojo, así como de las eternas promesas de calidad de vida para las comunidades indígenas.
Esta situación pone de relieve la importancia de que las comunidades donde se realicen proyectos de energías renovables sean las apoderadas de los proyectos. De lo contrario, se seguirá repitiendo la misma historia que ha afectado a los wayúu por años. En una tierra donde hay minerales, carbón, petróleo, gas, y ahora una capacidad eólica y solar que puede alcanzar los 18 gigavatios, los atropellos no pueden continuar.
Una petición final la hace David Rodríguez Epieyú, líder de las comunidades Irraipia y Kulesiamana: no está llegando agua. Los carrotanques de agua potable que abastecen a las comunidades no son una solución real, sino una medida paliativa que no acaba con el problema. Esto nos habla de la importancia de pensar primero en los derechos humanos antes de pensar en impulsar proyectos de cualquier índole. Te cuento más sobre lo que pasa en La Guajira en la siguiente historia.
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