Nuestra Opinión
¿Es tiempo de salir de las ciudades?
Hay mucha gente que quiere mudarse de las ciudades. Por ejemplo, los negocios de bienes raíces informan un aumento considerable en la demanda de viviendas suburbanas. Pero no solo las personas, también las grandes corporaciones están de mudanza. La alcaldesa de Chicago rogó a la tienda Walmart que no se mude de la ciudad, a causa de los disturbios recientes. Lo mismo pasa en Minneapolis. Así que no solo los adventistas se preguntan si vale la pena quedarse en las ciudades. En realidad, las ciudades nunca han sido el mejor lugar para vivir. Dios colocó a Adán y Eva en el jardín del Edén y les ordenó multiplicarse y llenar la tierra (Gen. 1:26-28).
Mientras el desorden y la violencia se multiplican en las ciudades, son más evidentes las ventajas de la tranquilidad y la vida natural del campo. Tradicionalmente, los tres atractivos principales de las ciudades han sido: más fuentes de trabajo, acceso a educación avanzada y servicios de salud especializados. Con la llegada del internet ahora hay acceso a estos beneficios sin tener que vivir en las grandes ciudades. La salud virtual es el servicio más reciente que se ha agregado. Claro, no todos pueden disfrutar de estos cambios. Pero está claro que trabajar, educarse y recibir servicios de salud desde la casa, será cada vez más común a partir de la pandemia.
Siempre ha sido una buena opción vivir en el campo, pero para los adventistas guardadores del sábado, conforme al cuarto mandamiento de Éxodo 20: 8-11, salir de las ciudades es aún más apremiante, en vista de la profecía sobre una eventual ley dominical. Dicha ley hará obligatoria la observancia del domingo, sin la posibilidad de comprar o vender para quienes la desobedezcan (Apoc. 13: 11-18). En esas circunstancias, el pueblo de Dios deberá ser capaz de auto abastecerse de provisiones.
Por otro lado, aunque el consejo inspirado enfatiza la salida de las grandes ciudades, también advierte en cuanto a hacer movimientos imprudentes. "No se haga nada en forma desordenada para que no se produzcan grandes pérdidas ni se sacrifiquen las propiedades a causa de discursos ardientes e impulsivos que despiertan un entusiasmo que no está de acuerdo con la voluntad de Dios; para que una victoria que es esencial que se obtenga no se convierta en derrota por falta de una moderación adecuada, de proyectos adecuados, de principios sólidos y de propósitos definidos". Elena. G. de White De la Ciudad al Campo, 26.
Conocí una familia en la década de los 70s que no siguió este consejo al mudarse a un pueblo pequeño y tuvo que regresar derrotada a la ciudad. No se pudieron sostener porque solo sabían vivir en la ciudad. Sigue diciendo E. G. White, "...El decreto que imponga el día de descanso papal, será para nosotros una amonestación. Entonces será tiempo de abandonar las grandes ciudades, y prepararnos para abandonar las menores en busca de hogares retraídos en lugares apartados entre las montañas". 2Joyas de los Testimonios 165, 166. Es necesaria la preparción. Hay que notar que en esta declaración del año 1885 y en el contexto de la ley dominical, la Sra. White hace la diferencia entre ciudades grandes y pequeñas. Ella describe un proceso cuidadosamente planificado. Se deduce que saltar de las grandes ciudades a vivir en las montañas puede que no sea la mejor opción en la mayoría de los casos.
¿Habrá hijos de Dios en las grandes ciudades casi al final de la crisis? Si, estarán allí muchos que oirán el fuerte clamor a salir de Babilonia. "Cuando el decreto promulgado por los diversos príncipes y dignatarios de la cristiandad contra los que observan los mandamientos, suspenda la protección y las garantías del gobierno y los abandone a los que tratan de aniquilarlos, el pueblo de Dios huirá de las ciudades y de los pueblos y se unirá en grupos para vivir en los lugares más desiertos y solitarios...Algunos son atacados al huir de las ciudades y villas. Pero las espadas levantadas contra ellos se quiebran y caen como si fueran de paja. Otros son defendidos por ángeles en forma de guerreros" Conflicto de los Siglos, 683, 689. E.G. White. Con ellos se repetirá la historia de Lot, pero Dios guiará y protegerá a su pueblo fiel. Él nos ayude a orar y hacer decisiones sabias en estos días finales (negritas de Musicamen).
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