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Cada ciudadano de la Unión Europea generó 502 kilos de basura en 2019, una cifra que supone un fuerte incremento respecto a los 459 kilos de 2018. Es importante tener en cuenta que este dato, publicado por el Eurostat, solo representa los residuos que gestionan los municipios y que suponen alrededor del 10 % del total.
Los 225 millones de toneladas de basura recogidos en 2019 no se reparten por igual en toda la Unión Europea. A la cabeza se sitúa Dinamarca, con 884 kilos por persona. Rumanía, con 280, cierra esta particular clasificación, mientras que España está ligeramente por debajo de la media, con 476.
La nota más negativa en España la ponen las tasas de reciclaje. Varias organizaciones ecologistas y sociales denuncian que el porcentaje de reciclaje y reutilización de los residuos municipales del país fue del 34,7 % en 2019, muy por debajo del 50 % marcado por la directiva europea en materia. En consecuencia, han presentado una demanda contra el Gobierno ante la Comisión Europea.
¿Y, como ciudadanos, qué podemos hacer? Desde la Universidad de Bradford nos ofrecen cinco posibles soluciones, algunas más evidentes que otras:
Usar menos cosas. No todo lo que creemos que es indispensable lo es en realidad.
Comprar productos locales y evitar los envasados que vienen de sitios muy lejanos.
Pensárselo dos veces antes de tirar algo. Quizá se pueda reparar o reutilizar.
Reflexionar sobre la importancia de las posesiones. ¿Realmente necesitamos comprar cuando podemos alquilar o pedir prestado?
Ver más allá del reciclaje e intentar no generar residuos que no puedan reutilizarse.
Este último punto nos ha hecho reflexionar: existen muchos plásticos que, aunque sean reciclables, no se someten a este proceso porque es demasiado costoso. Las bandejas de poliespán, las bolsas de patatas fritas o los cepillos de dientes rara vez son reciclados. En este artículo de Vivir sin plástico tienes muchos más ejemplos.
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