DE COMBUSTIONES Y COMBUSTIBLES
Cada verano, el fuego vuelve a los titulares. Este año y hasta ahora, han ardido sobre todo zonas de Siberia, Canadá, California, Grecia (en donde se han llegado a contabilizar hasta 81 nuevos incendios en un solo día), Turquía, Argelia o la Amazonía.
Que prendan incendios en zonas como el Mediterráneo durante los meses de verano no es algo nuevo. Sí lo es, sin embargo, el número y la extensión de estos fuegos. A medida que pasan los años, los incendios se prolongan durante más tiempo y se propagan por superficies más extensas, generando situaciones sin precedentes.
Detrás de esta realidad hay numerosas causas: el estado de la atmósfera, que acumula cada vez más energía debido a la mayor presencia de gases de efecto invernadero; la situación de los bosques tras décadas de mala gestión forestal y unas temperaturas cada vez más altas son solo algunos ejemplos.
Además, algunos de estos incendios acaban generando sus propias condiciones climáticas y se vuelven prácticamente inextinguibles. A esta situación se suman otras causas que se han dado siempre: las quemas provocadas, los descuidos y accidentes e incluso fenómenos naturales, como los rayos.
Al igual que sucede con otros fenómenos extremos, es necesario estudiar cada caso para ligarlo de forma concluyente al cambio climático. Sin embargo, cada vez es más sencillo hacerlo, gracias a los nuevos sistemas y métodos científicos. Simplemente el aumento de olas de calor y la subida de la temperatura media favorecen el resto de condiciones para que prenda el fuego.
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