A finales de abril y principios de mayo, Brasil fue noticia en todo el mundo por las destructivas inundaciones en Rio Grande do Sul, las que fueron dos veces más probables debido al cambio climático. Qué decir del calor extremo que abrasó a Norteamérica y Centroamérica en los últimos meses, y que fue 35 veces más probable debido al actual cambio climático, lo que no es menor si consideramos que este evento desencadenó más de 125 muertes relacionadas con el calor en México, miles de casos de insolación y cortes de electricidad.
Hoy, muchos eventos extremos que han derivado en desastres han sido atizados por la crisis climática, pero ¿qué pasa cuando no es (tan) así? ¿O cuando hay más factores en juego? Por ejemplo, las inundaciones del sur de Brasil fueron agravadas también por los efectos del fenómeno de El Niño, mientras que otros sucesos a veces han sido atribuidos equivocadamente a la crisis climática.
A la hora de informar sobre esto, los medios de comunicación y periodistas podemos cometer tres errores: ignorar el cambio climático como causa del fenómeno; atribuir el evento al cambio climático sin ofrecer ninguna prueba; o atribuir un fenómeno al cambio climático como causa única.
O sea, muchas veces el cambio climático no actúa solo, y no todos los fenómenos extremos empeoran u ocurren con más frecuencia debido a la crisis climática, pues algunos incluso pueden reducirse, o no variar demasiado en un lugar determinado.
Es por eso que tenemos que hablar de la ciencia de la atribución, un método para determinar en qué medida un determinado fenómeno ha sido influenciado por el cambio climático. En otras palabras, los estudios de atribución calculan si —y hasta qué punto— es más probable o intenso un evento extremo debido al cambio climático.
Para eso es clave conocer el tipo de fenómeno, la situación geográfica, la época del año, la severidad, el alcance y la duración.
Las olas de calor, por ejemplo, son más fáciles de atribuir de manera inequívoca a la emergencia climática. Las lluvias extremas e inundaciones también, aunque estas últimas pueden ser influenciadas – a su vez- por factores humanos, como el uso del territorio y la gestión del agua.
Sin embargo, no siempre es tan obvio cuando se trata de sequías, tormentas tropicales o incendios forestales, pues esos son fenómenos más complejos y donde pueden influir varios factores a la vez, como acciones humanas directas, la degradación del territorio, mala planificación urbana, y sí, a menudo el cambio climático.
Ahora, es importante puntualizar que en varios casos instituciones como la World Weather Attribution realizan estudios de atribución rápida, incluso cuando un evento extremo está en pleno desarrollo. Lo anterior implica que estas investigaciones no pasan por el típico -y más lento - proceso de revisión por pares. Por tanto, pueden tener sus limitaciones, aunque – ojo -siguen métodos ya evaluados y probados por la ciencia.
Como sea, la ciencia de la atribución es de gran relevancia para el periodismo y la acción climática, no solo porque nos permite comunicar este intrincado tema, sino porque entrega argumentos para litigios climáticos.
¿Y si no hay estudios?
Un punto no menor para el periodismo climático latinoamericano es que no siempre tendremos estudios de atribución cuando los necesitemos. Pero antes de correr en círculos, recuerda que sí es posible informar sobre la conexión entre fenómenos extremos y cambio climático, siempre corroborando con las debidas fuentes vivas y documentales. De hecho, en algunos casos ya existen estudios de fenómenos anteriores similares a eventos actuales, así como análisis de riesgo y vulnerabilidad, que pueden sugerir la influencia del cambio climático en nuevos sucesos.
Además, ya poseemos un entendimiento teórico sobre estos eventos en varios rincones del planeta. En efecto, el Grupo de Trabajo 1 del Sexto Informe IPCC, publicado en 2021, ofrece un resumen de los cambios que está experimentando el clima, suministrando información valiosa para la comunicación del cambio climático.
Por eso, antes de apuntar con dedo acusador al cambio climático, vale detenerse y preguntarse: ¿qué diría la ciencia de la atribución en este momento?
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