La literatura argentina tuvo este mes entre sus novedades destacadas la publicación de la novela “No es un río” de Selva Almada, que da cierre a su “trilogía de varones”. En su admirada reseña, Cristian Henkel refleja cómo la autora entrerriana “expone de manera brutal el imaginario regional y rural”, donde “lo natural se impone, abrumadoramente, para intentar ‘desnaturalizar’ ciertas prácticas sociales” y “la violencia y el amor resultan indisolubles como las caras de una misma moneda”. Y destaca su lugar como parte del fascinante batallón de jóvenes escritoras argentinas, en cuya obra “aflora el inconformismo, la protesta, la indignación, la denuncia, como si el extendido movimiento de lucha de las mujeres también encontrara aquí su lenguaje, sus temas, sus historias, sus miradas”.

El contraste no puede ser más intenso que el que se impone con la apuesta del año de Disney, Mulán, y la lectura que ofrece Beita De para Prensa Obrera. Si el film animado de 1988 ofrecía al menos “un deslizamiento de la figura tradicional femenina” de la compañía, el guion de esta nueva versión (actuada) ofrece una “defensa de la familia tradicional, la opresión de las mujeres, los matrimonios arreglados” y de “la devoción sin cuestionamientos ante el emperador, figura máxima de la opresión”. La deshumanización del enemigo que aparece dentro del film encuentra un notorio vínculo con el detrás de escena: Mulán es objeto de un boicot por haber sido rodada en Xinjiang, donde el régimen chino viene acometiendo innumerables atropellos y violencias contra musulmanes y otras etnias de la zona.

Nuestro especialista en ciencia ficción, Santi Gonzalez, reseñó Raised by Wolves, que tiene como co-creador al tan laureado como desigual Ridley Scott. La serie explora los desafíos de montar una nueva civilización tras la destrucción de la tierra, como resultado de una gran guerra entre religiosos y ateos. La crítica destaca su atractivo recorrido por inquietudes clásicas del género y reflexiona sobre dos formas de la alienación por las que se mueve (la religión y la pérdida de lo humano ante la tecnología). Y se pregunta si se estará abriendo una nueva tendencia para la ciencia ficción, virando del eje de la catástrofe al de la reconstrucción.

Javier Palma se introdujo en Nasha Natasha, el documental de Netflix sobre el furor ruso por Natalia Oreiro, para desarmar su construcción como un producto promocional y for export, “con todos los parámetros previsibles de género y estilo”. Para el autor, lo más interesante son los testimonios de las fans rusas, donde se dejan entrever un “espíritu de época” de la industria y sus rasgos particulares en la órbita post-soviética.