Ya mencioné en otra edición de Sladoled que el lugar al que más quiero ir en el mundo es Bhutan: un país pequeño, de difícil acceso, el cual suele rankear primero en índices de felicidad del mundo. El secreto de esto parecería tener mucho que ver con ser un lugar muy lindo, muy espiritual, pero además, no tengo duda que el hecho de que tienen la filosofía de pensar en la muerte cinco veces al día tiene algo que ver con esa alegría de vivir. Algo así como un ejercicio constante en desapego, algo bien yogui. Evitar hablar y pensar en la muerte, lamento informar -y para esto tengo fuentes de todo tipo-, no la va a evitar. Entonces mejor amigarse con la idea del fin para disfrutar un poco más el durante. Si te convencí y estás buscando la alarma para setearla cinco veces al día y que te recuerde de tu mortalidad, no te preocupes: ya existe una app que lo hace por vos.
No, no soy goth. Tampoco me gustan mucho los CSIs o NCSIs del mundo -aunque Six Feet Under sí me sigue pareciendo una serie bastante perfecta-, no estoy metida en magia negra ni nada por el estilo. Soy más bien parte de un movimiento al cual a Latinoamérica aún le cuesta un poco entrar (¿pequeña influencia católica quizás?): se llama “Movimiento de la muerte positiva” y busca que todxs tengamos una relación un poco más cercana -y por qué no, saludable- con la muerte. Además, como un pequeño spin off de este concepto, suele ir acompañado de opciones más eco-friendly para ese momento en que “nos unimos con la naturaleza” (la cantidad de eufemismos que tenemos para la muerte también hablan de nuestra relación con ella), como por ejemplo compostar nuestro cuerpo.
“¿Por qué seguís hablando de esto?” Pues porque por suerte estamos en una época copada, donde más o menos todo lo que nos interesa tiene otros adeptos, aunque sea algo de nicho 🤭. Pero hablando en serio, ya sea prepararse para el apocalipsis zombie o si lo tuyo son las historias medievales de Islandia o estar en mayor contacto con la muerte, hoy hay formas y maneras de conectar con eso y está bueno que si algo nos interesa, por más extraño que parezca, busquemos la manera de cultivarlo, compartirlo. En mi caso, pronto comenzaré la formación de Doula del final de la vida -que apunta a ayudar a la gente a pensar, planificar y aceptar su muerte-: una manera diferente de juntar este interés con el yoga, la filosofía, y -claro que sí- el Planning.
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