CAMINO DEL MAR DE KARA
Rusia sigue sin poder controlar el vertido de combustible que se originó en una estación eléctrica de Norilsk, por lo que 21.000 toneladas de diésel se dirigen al Ártico. Tras verterse en el río Ambárnaya, la mancha de gasoil ha alcanzado el lago glacial Pyásino, del cual nace uno de los ríos que desemboca en el mar ártico de Kara.
El desastre, comparable en magnitud a la marea negra del Exxon Valdez en 1989, se originó al derretirse el permafrost sobre el que se asentaban los tanques de combustible de la central. El vertido ha teñido las aguas de rojo, como se puede ver en las imágenes satelitales publicadas por la Agencia Espacial Europea. Putin ha declarado el estado de emergencia en la zona, que ya de por sí es una de las más contaminadas del planeta.
En la semana en la que celebramos el Día Mundial de los Océanos, hemos conocido también que la administración Trump ha reducido la protección de Northeast Canyons and Seamounts, la única área marina protegida del Atlántico en Estados Unidos.
La medida busca favorecer a los pescadores, pero los científicos señalan que compromete el futuro pesquero de todo el océano y pone en riesgo un paraje único de cañones y volcanes submarinos, refugio de ballenas y corales de aguas profundas.
LA HORA DE LA NATURALEZA
Durante el mes de mayo, las concentraciones de dióxido de carbono en la atmósfera alcanzaron niveles récord. El observatorio de Mauna Loa (en Hawái) registró un pico estacional de 471,1 partes por millón, la lectura mensual más alta de la historia. Fue, también, el mes de mayo más cálido a nivel mundial (en España no se registraba uno tan caliente desde 1965).
A pesar de lo que pueda parecer, el confinamiento no ha supuesto un alivio para el medioambiente: dos meses son muy poco tiempo para el planeta. “Si los humanos dejaran de emitir CO2 repentinamente, pasarían miles de años hasta que nuestras emisiones fuesen absorbidas por el océano profundo y el CO2 atmosférico volviese a los niveles preindustriales”, señaló el geoquímico Ralph Keeling.
Aprovechando el Día Mundial del Medioambiente, que se celebró el pasado viernes bajo el lema 'La hora de la naturaleza', la ONU ha vuelto a hacer hincapié en que la desaceleración industrial y económica de la pandemia no sustituye una acción climática sostenida y coordinada.
- Dañar la biodiversidad puede favorecer el desarrollo de nuevas enfermedades zoonóticas, como la covid-19. La destrucción de ecosistemas y los cambios en los patrones de temperaturas llevan a diferentes especies (y a sus virus) a desplazarse a nuevos hábitats, aumentando la posibilidad de contagio.
- España da luz verde al anteproyecto de Ley que regula el comercio de derechos de emisión de CO2. Se espera reducir al menos un 40% las emisiones de gases de efecto invernadero en 2030 con respecto a los valores de 1990.
- Un estudio de la ONU analiza cómo la violencia de género y la desigualdad estructural entre hombres y mujeres limitan las capacidades de algunas comunidades para adaptarse a los efectos del cambio climático.
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