En el último episodio de Micrófono Climático –el podcast que conduzco–, conversé con Jazmín Acuña, directora editorial de El Surtidor, de Paraguay. Ella es experta en desinformación en temas climáticos y conoce muy bien las transformaciones que este fenómeno ha vivido, así como las estrategias que pueden ayudarnos a enfrentarlo.
En la conversación, Jazmín me contó que la desinformación es una práctica tan extendida y preocupante, que el año pasado el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) hizo referencia en sus informes, por primera vez, a la desinformación y a la politización de la ciencia como obstáculos para la acción climática.
Los orígenes de la difusión de información falseada o engañosa, específicamente en temas asociados a la crisis climática, pueden marcarse en la década de 1990, cuando se publicó el primer informe del IPCC. Ese primer periodo se caracteriza por la aparición de lo que hoy conocemos como el negacionismo climático, que consiste en negar los datos científicos que demuestran la existencia de una crisis; interpretar la evidencia de otra manera; y negar las consecuencias que trae la emergencia climática, como la ciencia demuestra.
Pero la desinformación es un fenómeno que se ha sofisticado y ha ganado efectividad con los años. Como bien me contó Jazmín, hoy ese negacionismo clásico, aunque sigue teniendo exponentes en todos los ámbitos de la sociedad (gobiernos, academia e industrias), ya no es tan relevante como sí lo son los discursos dilatorios, es decir, aquellos que se oponen a la acción climática sin que necesariamente nieguen la existencia de una crisis.
A modo de ejemplo, un tipo de discurso dilatorio sostiene que aplicar transformaciones para mitigar la crisis es demasiado disruptivo y, por eso, sería negativo. Otro tipo es el que afirma que no es necesario cambiar demasiado, y que es mejor aplicar acciones que no son muy transformadoras.
Además, están los discursos que delegan la acción en otros y aseguran que son otras personas quienes deben actuar primero. Y, por si fuera poco, aparecen aquellos que argumentan que no es posible revertir la crisis y que lo mejor sería recular.
Pero, una de las preguntas centrales en esta discusión es: ¿quiénes se benefician con la desinformación y discursos dilatorios? La respuesta no es sencilla pero, como me contó Jazmín, es común ver que estas prácticas son asumidas por las industrias más contaminantes (como la de combustibles fósiles), que son las directas beneficiadas de retardar la acción climática. Algunos gobiernos también obtienen réditos políticos o económicos al negar los impactos de ciertas prácticas generadoras del cambio climático.
Finalmente, Jazmín hizo tres recomendaciones claves para enfrentar la desinformación. La primera es evadir la falsa necesidad de darle voz a las dos posturas. Es decir, de poner en el mismo nivel a científicos que aportan pruebas de la crisis climática, con personas que niegan esa evidencia o dilatan la acción para enfrentarla. La segunda es dudar de algunas “soluciones amigables con el medioambiente”, que en realidad esconden posturas dilatorias. Y la tercera es comunicar y reiterar en el consenso científico que hay alrededor de la crisis climática.
Si quieres hacerle frente a este problema, no te pierdas la conversación completa en Micrófono Climático. También recomiendo las tres guías que elaboró Roberto Andrés para Climate Tracker. Así podrás identificar las principales técnicas que usan los negacionistas climáticos y aprender ocho pasos para verificar y combatir la desinformación climática.
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