Tienes miedo. Miedo de hacer el ridículo, de que descubran el engaño, que se den cuenta de tu falta de talento. Y entonces callas. Esa idea que empujaba por salir queda apresada para siempre entre tus dientes, en tu cabeza. Mejor no decir nada en la reunión que despertar sospechas. Mejor sonreír al final, despedirte y apagar la cámara. Sigues con tus tareas, a salvo. Y tu equipo, tu proyecto, perdió una idea. Y si algo necesitan nuestras organizaciones son ideas. Más que nunca.
El miedo al error, a decir una tontería, a quedar en evidencia frena la innovación. Creatividad y error van de la mano en el camino de la innovación. Necesitamos probar y equivocarnos. El error es humano. Es lo que somos.
No podemos no equivocarnos. Es en el error donde somos únicos.
Hemos venido a equivocarnos.
Para que una organización promueva de verdad la innovación tiene que ser implacable con el miedo. Miedo y esperanza son dos caras de la misma moneda, decía Séneca. El que espera algo del futuro también teme, angustiado por la expectativa del porvenir. Así pues, para eliminar el miedo debemos quitarnos la presión, la obligación, de tener la idea perfecta.
Para conseguir ideas innovadoras debemos crear en libertad, divertirnos. No puedes divertirte con presión. Destruye las expectativas. Fluye, crea sin miedo, déjate llevar. Necesitas primero muchas ideas, buenas, malas y regulares. Apagar la crítica. Que juzguen otros.
Debemos motivar las culturas en las que se celebra el error. La innovación, el progreso, la creatividad nos va en ello.