Brasil se encuentra en un momento de transición entre el gobierno saliente de Jair Bolsonaro y el próximo gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, quien iniciará su tercer mandato en enero de 2023. En este escenario, existe inquietud por lo que sucederá con el medio ambiente, entre promesas, especulación y esperanzas de cambio. Vivimos momentos críticos que requieren soluciones, partiendo por la recuperación de la rica (y amenazada) biodiversidad del país.
Un caso emblemático es el Pantanal, el humedal tropical más grande del mundo que se extiende por Brasil, Paraguay y Bolivia. Se trata de una enorme área silvestre de alto interés económico, ya que en los dos estados dónde se sitúa están las plantaciones más grandes de soya y maíz, además de la ganadería. Sin embargo, este paraíso también es el hogar de un sinnúmero de especies, que se han visto afectadas por numerosas amenazas, incluyendo los devastadores incendios que asolaron a la zona hace dos años.
Por ello, hay ciudadanas/os que empujan una serie de iniciativas que buscan conservar su rica biodiversidad. Las comunidades organizadas para combatir el fuego, el rescate de los guacamayos azules y la coexistencia con jaguares son algunas de ellas.
De hecho, la labor del Instituto Arara Azul ha permitido un aumento de la población de los amenazados guacamayos azules; mientras organizaciones y comunidades de agricultores, indígenas y vecinos se entrenan como brigadistas. Otra iniciativa importante busca avanzar - con ayuda de la tecnología - en la coexistencia con los jaguares, grandes felinos que eran asesinados por los ganaderos.
Cada día hay más gente cuidando la naturaleza. Aun así, se requieren políticas públicas para cuidar las áreas silvestres de Brasil (además de la Amazonía), para que así estos trabajos no sean aislados. Mientras tanto, destacamos en el siguiente artículo la labor de quienes se esfuerzan por lograr un mundo mejor.
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