¿Alguna vez te has imaginado cómo sería tu vida sin energía eléctrica? La desigualdad y pobreza energética afectan a millones de personas en América Latina y el Caribe. Sin embargo, este problema no siempre es visibilizado en los medios en sus múltiples dimensiones. Por eso te cuento 4 claves básicas para entender y comunicar este tema que se relaciona con la energía y el cambio climático.
- Un problema más amplio que no tener luz
La pobreza energética se refiere a la falta total o parcial de servicios energéticos de calidad para cubrir las necesidades básicas de un hogar y/o cuando sus integrantes se ven obligados a destinar una parte excesiva de sus ingresos para pagar la factura.
Es decir, una vivienda que cuente con acceso a la red eléctrica, pero sin una climatización adecuada (18 a 21°C en invierno y 25° en verano, según los criterios de la OMS) también se incluye en esta clasificación.
De esa manera, este problema limita o impide la iluminación y uso de dispositivos electrónicos, así como la cocción de alimentos, la higiene y la climatización de la vivienda.
- Nos afecta más allá del confort
Como podemos desprender de lo anterior, la pobreza energética genera diversos efectos en las personas y el medio ambiente. En primer lugar, impacta la calidad de vida y bienestar de las personas. También puede ocasionar daños en la salud cuando se superan temperaturas mínimas o máximas saludables y/o al utilizar fuentes contaminantes (como leña o kerosene) para revertir la falta de acceso a los servicios eléctricos para cocción o calefacción, especialmente en las personas mayores y en la primera infancia.
También la salud mental puede verse afectada. En un mundo interconectado como el presente, las brechas en la energía afectan directamente las posibilidades de acceder a oportunidades de empleo y educación, tal como lo vimos en las épocas más restrictivas del Covid 19.
- Pon ojo en grupos y perspectivas como la de género
La pobreza energética interactúa con otros tipos de desigualdad que amplifican sus impactos. A esta se suman las desigualdades económicas de Latinoamérica que perpetúan condiciones de pobreza y escasez de recursos, pero también, la desigualdad de género para niñas, jóvenes y mujeres, quienes al encargarse en mayor medida del trabajo doméstico no remunerado, pueden sufrir más este tipo de privaciones.
En general, el sector energético - basado en combustibles fósiles - es el principal responsable de las emisiones de gases de efecto invernadero en el mundo. Por tanto, las energías renovables no convencionales podrían ayudar a revertir la pobreza energética, contribuyendo a su vez a la descarbonización.
Así, la pobreza energética “suma una nueva arista a las políticas de reducción de emisiones de CO2”, según nos cuenta la investigadora del (CR)2, Anahí Urquiza, en “La ruta de los sin luz”, donde abordamos lo que sucede al respecto en el sur de Chile.
|