Si hay un discurso que ha tenido protagonismo en Colombia desde que Gustavo Petro asumió como presidente, es el de la crisis climática y la transición energética. Como varios países de la región, Colombia es altamente dependiente de los combustibles fósiles, pero también tiene un enorme potencial para las energías renovables. Pero esta semana, la ministra de Minas y Energía, Irene Vélez, que estaba encargada de liderar esa reiterada “transición energética justa” en el país, renunció a su cargo tras varios escándalos políticos …y ahora, una de las principales banderas del Gobierno, se queda huérfana.
Y es que, aunque las energías renovables han sido el mejor camino que hemos encontrado para suplir nuestras necesidades energéticas sin dañar irreparablemente el clima del planeta, transitar hacia la descarbonización implica también hacer frente a otro gran reto: un futuro bajo en carbono requiere de muchos minerales (y minería). Por solo mencionar un par de ejemplos, cada megavatio (MW) de capacidad solar instalada requiere de 45 toneladas de cobre. Producir una batería requiere de litio, níquel y cobalto. Esto, sin contar las extensas conexiones que llevarían esa energía al resto del país.
Lo curioso es que, aunque el mismo presidente Petro ha pedido una “reorientación de la operación minera”, con el fin de dejar de buscar metales preciosos o carbón, y concentrarse en la producción de “minerales estratégicos” para la transición energética, Colombia todavía no ha decidido cuáles serían esos minerales que el país considerará estratégicos de ahora en adelante.
Y su extracción también tiene muchos retos. Si la demanda y las actividades de explotación aumentan sin la planeación adecuada, es probable que se generen implicaciones ambientales y sociales, sobre todo, en una región donde los conflictos socioambientales alrededor de la minería son muy frecuentes. Pero, también, como explicó la investigadora Andrea Cardoso, PhD y experta en transición minero-energética, Colombia se ha centrado, principalmente en la producción de energía, pero desconoce la cadena de suministro y los efectos que puede tener esa producción.
“¿De dónde vienen los minerales necesarios para esa industria?, ¿cuáles son sus etapas de producción?, ¿cómo se transportan?, ¿cómo se transforman?, ¿qué insumos requieren?, ¿qué conflictos pueden generar en cada una de esas etapas?”, se pregunta. Cada una de esas etapas puede tener nuevos impactos ambientales y sociales.
Si quieres conocer más detalles de esta historia, te invito a leer el reportaje publicado esta semana en Climate Tracker.
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