Si cubres medioambiente o cambio climático es probable que te hayas topado en más de una ocasión con estudios, cuya lectura e interpretación no son nada fácil. Sin embargo, la ciencia es fundamental para afrontar las crisis socioambientales, por lo que las y los periodistas podemos recurrir a grandes aliadas para comunicar: las historias.
Una historia o narrativa es la representación de eventos conectados en cierto orden cronológico. Incluyen la representación de personajes y sus pensamientos, sentimientos y/o motivaciones. Se necesita al menos uno de los dos elementos (eventos o personajes) para dar vida a una narrativa. Pero, ¿cómo comenzar a contar historias?
Primero, es clave conocer qué son los estudios, cuyo propósito es comunicar los resultados de investigaciones, ideas y debates de manera clara, concisa y fidedigna. Para ello, las y los científicos exponen cómo lo hicieron, las limitaciones que tuvieron y los argumentos para validar los hallazgos.
Además, estos trabajos se publican en una revista científica arbitrada y tienen un sistema de revisión externa por expertos (peer-review), al igual que una estructura específica, como el “Resumen” (abstract), los “Resultados” y la “Conclusión” que son buenos puntos de partida. La “Discusión” puede ser de interés periodístico también, pues ahí se aborda el significado de esos hallazgos, en un contexto más amplio, e incluye las fortalezas o limitaciones de la investigación.
- Explora los 4 prototipos de historias
Hay 4 historias prototípicas sobre ciencia que pueden aparecer de forma pura o combinada.
Primero está la narrativa del progreso a través de la investigación, donde se muestra a la ciencia como beneficiosa y a científicas/os como aventureros y héroes. Frankenstein es un clásico ejemplo de la narrativa del riesgo (frecuente en ficción, pero también en debates reales), donde se habla de peligros y controversias de la investigación.
Además, está la narrativa enfocada en la trama, que se centra en el desarrollo de eventos y acciones (como el proceso de investigación). Por último, la narrativa enfocada en los personajes se centra en las personas y en sus ideas, sentimientos y/o motivaciones.
- No menosprecies las emociones
Las historias no solo entregan información, sino que también pueden dar espacio a emociones. Esto no es menor, pues usualmente se nos muestra a la racionalidad y la emoción como elementos opuestos. Pero, ¿lo son?
Esa idea puede ser engañosa, pues los humanos somos seres emocionales y, además, podemos exponer la evidencia con rigurosidad y, aun así, cautivar. De hecho, cuando la ciencia no da espacio a las emociones se apreciaría como culturalmente distante o incluso contradictoria con la vida cotidiana.
Se ha reportado que la emocionalización puede influir en el razonamiento, actitud y comportamiento, e incluso, promover un mayor apoyo a la ciencia. Pero podría también dañar la credibilidad de los científicos, por ello es importante lograr un equilibrio.
Escoge un ángulo novedoso, relevante y/o interesante para tu historia, así como el mensaje principal. ¿Será la protección de una especie o ecosistema? ¿La necesidad de develar los misterios de un tema poco investigado? ¿O la mera belleza del conocimiento?
Establece personajes. ¿Serán humanos/as, otras especies u otro componente de la naturaleza? Identifica también los hitos y/o conflictos, es decir, los hechos o eventos clave en tu historia (por ejemplo, la crisis climática).
Por último, planifica tu relato, pensando en el inicio, desarrollo y final. De esa forma podrás exponer el conocimiento actual, así como esperanzas, urgencias y propuestas para la acción.
Si quedaste con ganas de más, revisa el encuentro regional donde abordamos este tema junto a Itzel Gómez 🇲🇽 (Once Noticias) y Alexa Vélez 🇵🇪 (Mongabay Latam).
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