Queridísima Tarjeta Activa de mi corazón, paladina del descuento comercial, hay que ver qué mala vida te estamos dando.
Te hemos oído invocar por tantos nombres distintos… Activia –sin bifidus–, Salamanca a Tope, lo de los puntos, el invento ese, lo del teléfono, lo de ehhhh. Y detrás de esas múltiples identidades estabas tú, tranquila, con tus colores azules y amarillos, calculando los porcientos y acudiendo, como una superheroína, cuando se te llamaba.
Primero te dejaron vagar a tus anchas, un poco perdida, sin guía, rodando pendiente abajo en una montaña invernal, acumulando descuentos sin control, engordando como una bola de nieve que parecía que iba a bajar desde el Teso de la Feria a engullir las arcas municipales todas.
Nosotros las arcas esas nos las imaginamos físicamente ya un tanto ajadas, no tanto ni tan míticas como la que buscaba Indiana Jones, pero con solera, con un poquito de querencia en la apertura, ya se sabe cómo son los muebles antiguos.
Iluminaste, oh, Activa, el comercio salmantino en aquel aciago e incierto momento de la pandemia dura. Muy redistributiva de la riqueza nunca fuiste, todo hay que decirlo, pero quizá no fuiste creada para ello. No ibas tú a ponerte a decir: no, oigan, dediquen eso a otra cosa, a un proyecto estructural a largo plazo, a cubrir necesidades básicas. Como a Jessica Rabbit, te dibujaron así. Maneras de pintar.
Cuando ya pensábamos que ibas a extinguirte en un precioso destello como las estrellas cuando llega el final de su vida, con toda la gente apurando su saldo como quien pide la última justo antes de que apaguen la música, resulta que te quedas, que mutas para seguir con nosotros.
Tienes más voluntad de permanencia que una notaría del centro.
Ardemos en deseos de preguntarte cómo estás, cómo has soportado la incertidumbre de tener que esperar hasta el 28 de diciembre para saber si sigues existiendo. Si en algún momento llegaste a pensar que era una inocentada que te estaban gastando desde el Exmoayto.
Sabemos que eres sensible y cartesiana, que habrás pensando, yo qué sé, allá por el verano o por el otoño, incluso por el otoño tardío: esta gente del Exmoayto se tendrá que reunir, habrá que preguntarle a los comercios que piensan de mí, si les compenso, si podemos automatizar las tediosas tareas manuales a las que los someto. Y nada. Sin noticias. Y tú nerviosa, lo hemos notado: había días que te colgabas, sin ton ni son.
Suponemos que lo habrás pasado mal, prenda, mi niña. Ahí todo deprisa y corriendo y sin que nadie comunique nada a nadie, no vaya a ser. Pero tú tranqui, que nosotros no te abandonamos. Te mentiría (mucho) si te dijera que te hemos cogido cariño, no te voy a engañar, pero seguimos. Un poco por rutina, sí, pero nos da no sé qué dejarlo ahora.
Ya que estás: pregunta por ahí a ver si lo de pagar a tiempo mejora en esta nueva etapa, no te parezca mal que te lo diga. Un poquito antes de lo antes posible estaría bien, por favor.
Bueno, sin más te despido, ha sido un placer hablar contigo. A ver si nos escribimos más, nosotros escribimos mucho. Otro día te pregunto por qué te llaman tarjeta si tarjeta no eres.
PD: léase esto como lo de la pantalla azul de un anuncio de medicamentos: Activa Salamanca continuará vigente a partir del 1 de enero. Sólo se podrán acumular y canjear un máximo de 30€ mensuales y el canje máximo será por valor del 20% del valor de la compra. Los saldos actuales se mantienen. Se acumula un 6% del valor de la compra. El comercio asume la mitad de la cuantía del descuento. Más información en la aplicación –suponemos– o en el Exmoayto. Stop.
PD2: Para cuentos buenos, los que tenemos en la lista de favoritos.
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