Cuaderno de las Finales 2023 (3)
Tres tíos solos, pero yo me la juego. No fue canasta. Volveremos a ello más tarde.
En estas Finales estoy echando mucho de menos los clips especiales que Spike Lee hacía antes de cada partido. Le daba algo más de empaque y épica al asunto.
Porque cuando se juega un partido en Miami ya se sabe que con el público no es que se pueda contar de pleno a la hora de convertir el duelo en una batalla. Los ves ahí a todos con sus camisetas blancas, sí. A Shakira, a Neymar, a D.J. Khaled y a otros muchos famosos, sí.
Pero cuando las cosas vienen mal dadas, pies para qué os quiero.
Alguno de esos se perdió el triple de Ray Allen en 2013 —una de las canastas más importantes de la historia de la NBA— porque habían decidido minutos antes que su equipo iba a perder. ¿Aprendieron? ¡No! Ayer estaban vaciando el Kaseya Center mucho antes que ni siquiera se planteasen algo similar Spoelstra o Malone con sus banquillos. Criaturas infelices.
Quedando 75 segundos Adebayo podría haber puesto a los de Florida a solo 7 puntos de no haber fallado, lo que quiere decir que hubo posibilidad de remontada épica hasta el final. Remontada que miles de personas se hubiesen perdido tras pagar cientos o miles de dólares por estar allí.
En fin, que muchos van a pasar el tiempo más que a ver un partido de baloncesto de 48 minutos, hay que aceptarlo.
Decepción también en la pista
Estamos de acuerdo en que el nivel de acierto de Miami del Game 2 era insostenible, especialmente desde fuera del arco. Si en el segundo partido jugado en Denver los Heat se fueron a un 49% de efectividad con 35 triples intentados, en el de esta pasada madrugada, disputado en casa, cayeron hasta el 31% con los mismos 35 lanzamientos.
6 triples esfumados, 18 puntos menos, básicamente la misma diferencia en el marcador con el mencionado Game 2, en el que llegaron a 111, 17 más que en el Game 3.
Pero no solo fue el acierto, también la intensidad. Vimos a unos Heat varios grados por debajo de su habitual agresividad y fe, al estilo de los partidos centrales de la serie contra Boston. No pelearon lo suficiente. No se tiraron al suelo. No buscaron el balón con tanto ahínco.
La diferencia en rebotes, 58 a 33 favorable a Denver, es ruborizante. ¿Dónde estaba la energía? Explícanos esto, Jimmy.
"No lo sé. Tal vez porque estemos en casa; porque pensemos que hayamos conseguido algo. No lo sé. Simplemente no puede suceder. No volverá a suceder. Comienza conmigo. Tengo que estar infranqueable a nivel defensivo. Tengo que atacar y recuperar balones disputados. Creo que si empiezo a jugar y hacer eso, entonces todos los demás tienen que hacer lo mismo".
Un rookie blanco que la sabe mEtar
Este chaval, al que Andres Montés podría haberle puesto el mote de minipimer —solo los más viejos lo entenderán—, hizo el partido de su vida y se zampó parte de los minutos de Michael Porter Jr.
Hablo de Christian Braun, pronunciado Braun al estilo de Brown.
Ningún marrón —sigo gracioso— para él estar en las Finales. Anoche dispuso de 19 minutos en los que aportó 15 puntos, 7 de 8 en tiros, un robo e intensidad a raudales. Más acierto, más garra y más movimiento de balón que Porter Jr., al que le están cortando las alas en Denver después de hacer cosas como las de la captura de pantalla con la que abrí este cuaderno.
La pareja de ases
Y es que, al final, tampoco hay que darle mucha vueltas al asunto. Los Nuggets van 2-1 en las Finales porque Nikola Jokic y Jamal Murray son buenísimos y ayer Miami no supo o no pudo frenarles.
Desde el principio del partido se vio que Mike Malone había puesto el destino de su equipo en manos de estos dos jugadores. Les dio aún más poder de decisión, más minutos, más ‘juego de dos hombres contra dos’ y más tiros para que ellos fuesen los responsables del éxito o el fracaso. Visto que Porter Jr. ha hecho lo que hecho en esta serie y que Aaron Gordon (11-10-5 anoche) es un complemento de lujo, mejor apostar a muerte por el duo dinámico.
Salió bien para los Nuggets. Murray y Jokic dominaron el choque de principio a fin, sin bajar el pedal del acelerador en momento alguno. Nos dejan unos datos que son de volarte la cabeza:
Primera vez que se consigue un 30-20-10 en Finales. Obra de Jokic, claro. (Nota: Jokic lleva tres 30-20-10 en su carrera en playoffs; el resto de los jugadores de la NBA, todos juntos, en toda su maldita historia, lo han conseguido dos veces en total: una vez Wilt Chamberlain y otra vez Kareem Abdul-Jabbar. Wow!)
Primera vez que dos compañeros consiguen un triple-doble cada uno en un mismo partido de las Finales. Wow x2.
Primer partido en la historia de la NBA, incluyendo temporada regular, playoffs, Finales, Burbuja y cualquier otro encuentro eroticofestivo que se nos ocurra, en el que dos compañeros hacen un triple-doble de 30 puntos cada uno. Primera. Vez. Wow x1000000.
Entre ambos 66 puntos, 31 rebotes, 20 asistencias, 2 tapones, 10 pérdidas —ahí se ve el volumen de balón que tuvieron—, 51% en tiros de campo, 50% en triples, 87% en 16 tiros libres intentados.
PD: Nos volvemos a leer el sábado. ¿2-2 o 1-3?
PD2: La deliciosa estadística de Jokic en un momento dado: a 5 minutos del final llevaba 40 minutos, 30 minutos, 20 rebotes y 10 asistencias.
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