Guyana es ahora objeto de gran atención: petróleo y gas, bosques y una antigua controversia fronteriza con Venezuela. En estos momentos, los tres temas están interconectados y ocupan un lugar muy destacado en la COP28.
En un artículo reciente, escribí sobre cómo los líderes de mi país aprovecharon su estancia en la COP28 para implicar también a líderes y socios mundiales en la controversia fronteriza. Para contextualizar, la frontera tal y como la conocemos se estableció en 1899 mediante un laudo arbitral. Décadas más tarde, en la década de 1960, Venezuela dijo que no aceptaba esa frontera y empezó a reclamar una zona que representa dos tercios de la superficie de Guyana. Esa zona se conoce como el Esequibo y en ella se encuentra la mayor parte de los 18,5 millones de hectáreas de bosques que Guyana defiende en la COP28.
También es un espacio donde hay enormes yacimientos de oro y diamantes y está vinculado a las reservas de petróleo y gas en alta mar. Más recientemente, Venezuela realizó un referéndum y su presidente Nicola Maduro redibujó el mapa de Venezuela incluyendo la región de Essequibo de Guyana, y ordenó otras acciones, como crear empresas venezolanas para buscar oro y petróleo y ordenar a las empresas de Guyana que se fueran.
Así que mientras los líderes guyaneses estaban en Dubái hablando de bosques y petróleo, también estaban hablando de la amenaza a la integridad territorial y la soberanía del país.
El caso de la frontera está directamente ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) y ésta se declaró competente para conocer del caso. La Corte también pidió a Venezuela que se abstuviera de tomar cualquier medida que pudiera agravar la controversia a la espera de un fallo.
Guyana está a la espera, pero afirma que está tomando medidas para garantizar que su Essequibo y los recursos que allí se encuentran se mantengan intactos.
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