Desde la década de los 90, la industria de las tierras raras en el mundo ha tenido el incontrarrestable liderato y control geopolítico de parte de China, con una participación en la extracción del 68% y en su refinamiento de 90%, dejando muy atrás a otros países como Australia, Estados Unidos y Malasia.
Esta monopolización ha permitido al gobierno chino influir directamente en los precios mundiales en los últimos años, teniendo en cuenta que la demanda global se proyecta desde las 125 mil toneladas en el 2021 hasta las 315 mil para el 2030.
No obstante, el control del gigante asiático ha sido a cambio de altísimos impactos socioambientales en amplios territorios donde se explotan y refinan estos no tan conocidos minerales, considerados críticos para la transición energética, la electromovilidad y la descarbonización.
Es por ello que desde las economías occidentales han buscado alternativas de abastecimiento a su producción, ya que las tierras raras son minerales esenciales para, entre otras cosas, la elaboración de vehículos eléctricos, teléfonos móviles, equipos médicos, televisores, el enfriamiento de reactores nucleares, motores de aviones, y especialmente, para la elaboración de imanes permanentes de alto rendimiento, usados en sistemas de almacenamiento de datos y turbinas eólicas.
Pero ¿qué son específicamente las tierras raras? Son un grupo de 17 elementos químicos de la tabla periódica, 15 de ellos del grupo de los lantánidos, y se clasifican según su abundancia: las livianas, que están más presentes en la corteza terrestre, como el lantano, cerio, neodimio y preseodimio; y las pesadas, mucho más escasas, y que cuenta entre ellas al terbio, disprosio, erbio, itrio y lutecio.
Y es en Chile donde emergió una oportunidad para esta diversificación en la producción de tierras raras y para una potencial industrialización “verde”, luego de que hace varios años se descubrieron estos minerales en el centro-sur del país, en la Región del Biobío. Sin embargo, diferentes proyectos desde entonces no han cursado con éxito la institucionalidad ambiental, y tampoco han logrado el beneplácito de la comunidad local, la que incluso organizó consultas ciudadanas que resultaron en amplios rechazos de los habitantes.
Como te cuento en este reportaje, su continuidad y éxito están por verse.
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