Es común en estos días hablar de transición energética y del necesario cambio de una matriz energética no renovable a una totalmente renovable. Sin embargo, muy pocas veces las discusiones se centran en la cuestión de por qué y para qué necesitamos la energía. Para muchas personas de las grandes ciudades, incluyéndome, es muy sencillo abrir la llave del gas para cocinar, transportarse en un vehículo a motor, o simplemente encender una bombilla.
En Colombia hay otros puntos de vista y formas de pensar la transición energética, provenientes de comunidades rurales y urbanas que han apostado por la autogestión, la eficiencia energética y la solución de necesidades energéticas desde lo artesanal, es decir, a pequeña escala.
Este es el caso de Lylian Rodríguez y la Fundación UTA. Desde su finca Tosoly, en el departamento de Santander, ha promovido por todo el país iniciativas de generación de energía a partir del biogás, por medio de biodigestores, así como el aprovechamiento de los residuos fibrosos de distintas plantas como la caña de azúcar y el maíz.
Personas como Lylian han comprendido que, más allá de los proyectos de grandes empresas, es fundamental la incorporación activa de la ciudadanía en la toma de decisiones y en la implementación de iniciativas energéticas. ¿Quieres conocer la experiencia de ella y de otras comunidades de Colombia? No te pierdas sus historias en el siguiente artículo.
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