¿Un mundo sin nosotros?
Palomas que acosan a los pocos que salen a la calle, corzos y jabalíes que bajan a inspeccionar la ciudad, horizontes con cielos más limpios y calles más silenciosas. Antonio Martínez Ron repasa en Vozpópuli cómo ha cambiado la naturaleza sin tantos humanos por la calle. Con medio mundo confinado, la pandemia nos está enseñando cómo podría ser un futuro de bajas emisiones, pero quizá no sea más que un espejismo.
En el mes de marzo, la contaminación atmosférica cayó alrededor de un 70% en Madrid y Barcelona. Pero la emergencia climática ha pasado a un segundo plano. José María Baldasano nos cuenta en The Conversation que es probable que esta reducción de las emisiones sea puntual e incluso pueda producirse un efecto rebote cuando se retome la actividad. En la última gran crisis, la de 2008, eso fue lo que pasó.
Además, por mucho que nos sorprenda ver a un jabalí recorrer las calles de Barcelona, la pandemia de COVID-19 supone en realidad serios riesgos para la biodiversidad. Los países en vías de desarrollo, que concentran la mayor parte de especies del planeta, sufrirán duras consecuencias económicas derivadas de la pandemia. Cuando no hay nada más a lo que agarrarse, la caza, la pesca y la tala de árboles suelen ser las primeras opciones para subsistir.
Algunos animales han aprovechado especialmente la ausencia de humanos:
Por cierto, la NASA ha aprovechado estos días para explicarnos cómo usan sus satélites para medir la calidad del aire y la contaminación atmosférica.
Curso acelerado de gestión de crisis
Irracionales, irresponsables y peligrosas. Así califica la ONU las decisiones de determinados países de relajar las medidas para frenar el cambio climático con la excusa de reforzar la lucha contra la COVID-19 y sus consecuencias. En Reino Unido, por ejemplo, se han pospuesto planes para establecer zonas de bajas emisiones en diferentes ciudades, como Birmingham, Oxford y Londres.
Las evidencias científicas muestran que las personas expuestas a altos niveles de contaminación atmosférica sufren un mayor riesgo de muerte prematura a causa de la COVID-19. Además, diversas formas de degradación ambiental (como la deforestación o el comercio ilegal de vida silvestre) aumentan la probabilidad de sufrir pandemias por enfermedades zoonóticas.
Algunos expertos proponen usar esta situación como una prueba que exponga las vulnerabilidades del sistema y sirva para afrontar futuras emergencias. Entre ellas, la climática. Un reportaje de The Conversation analiza cuáles son los riesgos a los que nos enfrentamos: la descoordinación, el surgimiento de regímenes intolerantes y el peligro de concatenar crisis que afecten a la sanidad, la economía y la seguridad, por ejemplo.
Algunos países sí están teniendo en cuenta el planeta en sus políticas. Es el caso de 13 estados europeos (entre ellos España) que han solicitado a Comisión Europea que utilice el Pacto Verde como palanca para la recuperación económica. El objetivo: ampliar las inversiones para transformar Europa en una economía sostenible y climáticamente neutra.
Y mientras esto se debate:
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