LA FUERZA (DE GRAVEDAD) DEL AGUA
El agua es una molécula. Es un líquido, un sólido y un gas. Está en los mares, los glaciares y los huracanes. Es a la vez un disolvente, un refrigerante y la mejor forma de aplacar la sed de plantas y animales.
El agua es tan importante en la Tierra que conforma su propio sistema, una red a través de la que se mueve cambiando de estado. De los casquetes polares pasa a los océanos, sube a las nubes, se precipita de vuelta a los ríos y se filtra hasta los acuíferos. Este ciclo del agua es fundamental para el clima y la vida tal como la conocemos.
El cambio climático está alterando de muchas maneras el ciclo hidrológico, modificando las dinámicas por las que se relacionan la superficie y la atmósfera del planeta. Algunos de estos cambios son muy visibles, como el deshielo. Otros, sin embargo, pasan más desapercibidos, aunque son también muy importantes. Es lo que sucede con la evapotranspiración.
Un estudio de la NASA ha concluido que la velocidad a la que las plantas y la superficie terrestre liberan humedad (por evaporación y transpiración) está aumentando. Lo ha hecho, en concreto, un 10 % entre 2003 y 2019. Esto significa que la velocidad a la que los suelos y las plantas pierden agua se está acelerando, lo que a su vez incrementa el riesgo de sequía en buena parte del mundo.
Para llegar a estas conclusiones, el estudio ha utilizado mediciones satelitales de cómo el agua afecta a la gravedad del planeta. Cuanta menos agua hay en la superficie, más débil es esta fuerza fundamental. El método empleado permite medir la evapotranspiración con una precisión sin precedentes. Y nos permite entender que el ciclo del agua también cambia al ritmo de las nuevas condiciones climáticas.
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