Para escapar de las amenazas de muerte, Mamadou se embarcó en lo que los emigrantes africanos llaman “La Aventura”. Dejó atrás Costa de Marfil, cruzó el Sahara y el Mediterráneo, perdió amigos en el camino, y le arrebataron su autoestima.
Ahora, en Francia, como un refugiado no reconocido oficialmente, sobrevive realizando pequeños trabajos. Juega al fútbol y baila, para olvidar.
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