La acción climática necesita financiamiento, pero no de cualquier tipo: los países necesitan liquidez. Según datos de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), casi la mitad de los países de renta baja que están en situación de endeudamiento o en alto riesgo de estarlo, son también muy vulnerables al cambio climático. Deuda y crisis climática se entrelazan y retroalimentan negativamente. Tras un impacto climático, los países vulnerables no suelen tener los fondos y deben endeudarse para la reconstrucción.
Mia Mottley, primera ministra de Barbados, un pequeño país insular en el Caribe, es quien ha tomado más visiblemente la bandera política por una reforma al sistema financiero internacional a través de la Iniciativa Bridgetown, la que puede llegar a beneficiar a miles de millones de personas.
Junto al secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, entregaron en abril pasado algunos pasos urgentes a realizar: liquidez inmediata recanalizando 100.000 millones de dólares en Derechos Especiales de Giro (SDRs en inglés) no utilizados a través de Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM); apoyar a países en la reestructuración de deuda con intereses bajos a largo plazo; movilizar más de 1,5 billones de dólares anuales de inversión del sector privado en la transformación verde; transformar la gobernanza de las instituciones financieras internacionales para hacerlas más representativas, equitativas e inclusivas; y crear un sistema de comercio internacional que apoye las transformaciones ecológicas y justas a escala mundial.
El próximo 22 y 23 de junio, Francia e India (actual presidencia del G20) co-organizarán una cumbre por un nuevo pacto global de financiación, encuentro que puede ser clave para aprovechar el momento político e impulsar la transformación del sistema financiero.
En paralelo, el Banco Mundial se enmarcó en su propio proceso de reforma. Vale recordar que, junto al FMI, fueron creados post Segunda Guerra Mundial, en un contexto radicalmente distinto al actual. Históricamente, Estados Unidos y la Unión Europea se reparten la presidencia del Banco Mundial y la dirección ejecutiva del FMI, y las cuotas de voto al interior de ambas se determinan según el tamaño de las economías y apertura del mercado. El “Evolution roadmap” es la propuesta del BM ante el consenso de transformación del sistema financiero. Se trata de un proceso de revisión sobre cómo reformar la visión y la misión, el modelo operativo y la capacidad financiera del Grupo del Banco Mundial para afrontar mejor los retos nacionales e internacionales del siglo XXI.
Como termine este proceso, y todo el período previo a las reuniones anuales del Banco Mundial y FMI en octubre, marcarán la hoja de ruta para la reforma de la arquitectura financiera internacional en general.
¿Y América Latina? En enero de este año, la CELAC celebró la iniciativa Bridgetown y los gobiernos han expresado claramente la necesidad de aumentar el financiamiento y paliar la deuda. En su discurso en la última cumbre del G7, Lula mencionó el tema y podría liderar la agenda desde la región. Brasil, como presidencia del G20 el próximo año, y posible presidencia de la COP30 en 2025, puede ser un actor clave en la discusión.
|