Sabemos que la crisis climática es una amenaza para todas las personas que habitamos este planeta; sin embargo, no a todas nos afecta de igual manera. Nuestra región es una de las más afectadas, donde los fenómenos meteorológicos extremos, intensificados a consecuencia del cambio climático, están causando graves daños. Pero, incluso esto no afecta de la misma manera a mujeres, infancias y disidencias.
Las mujeres y niñas son impactadas de forma desproporcionada por el cambio climático y los fenómenos meteorológicos extremos. Esto se debe, principalmente, a las desigualdades y la brecha de género. Acá te dejamos algunos ejemplos de cómo la crisis climática acentúa estas desigualdades estructurales:
Acceso a la educación de las niñas: un informe de Plan International muestra que el cambio climático provocará cada año el fin de la escolarización de 12 millones de niñas a nivel mundial, y nuestra región se encuentra entre una de las más afectadas. El no acceder a una educación contribuye a no romper el ciclo de pobreza, además de aumentar otras formas de violencia y violaciones de sus derechos.
Desempleo debido a desastres: los desastres, la contaminación y las altas temperaturas limitan el desarrollo de las actividades económicas y destruyen empleos. El impacto es mayor para mujeres y disidencias, ya que enfrentan mayores probabilidades de perder sus empleos. Por ejemplo, un estudio de la OIT sobre los efectos en el empleo provocados por el tsunami que ocurrió en Chile en 2010 mostró que el 60% del total de empleos perdidos correspondían a mujeres. Por otro lado, cuando se trata de desastres asociados a la crisis climática, la historia suele seguir un patrón similar.
Interrupción de la salud sexual y reproductiva: la pandemia de COVID-19 demostró que las emergencias desvían los recursos de atención sanitaria hacia la lucha contra la amenaza más reciente. A medida que las emergencias derivadas del cambio climático se vuelven más frecuentes, los servicios de salud y derechos sexuales y reproductivos, como el acceso a la anticoncepción, podrían verse reducidos. Incluso si estos servicios se mantienen, las mujeres y niñas desplazadas debido a fenómenos meteorológicos extremos pierden el acceso a ellos.
Trabajo de cuidados no remunerados: a nivel mundial, las mujeres llevan a cabo más del 75% de trabajos de cuidado, los cuales no son remunerados. ¿Qué pasa cuando ocurren desastres por fenómenos climáticos? Esta cifra aumenta, ya que las mujeres asumen cargas adicionales para contribuir con la recuperación y reconstrucción de sus hogares y comunidades.
Participación de las mujeres en la toma de decisiones: involucrar a las mujeres en la toma de decisiones puede contribuir a impulsar la adopción de políticas sobre el cambio climático que cubran las necesidad de las mujeres. Sin embargo, un informe de CEPAL muestra que el promedio de participación de mujeres en procesos de adopción de decisiones en el ámbito público se sitúa en torno al 30%.
Por eso, es importante tener en cuenta un enfoque de género y feminista, no solo al momento de planificar acciones climáticas, también es fundamental cuando contemos historias climáticas. Tampoco hay que olvidarnos de otras consideraciones como son la etnia, clase u orientación sexual que también pueden confluir en una misma persona o colectivo.
Hagámonos preguntas sencillas: ¿Qué tipo de fuentes son las que consultamos?, y si es que le damos más espacio a hombres que a mujeres, ¿por qué y cómo podemos darle la vuelta? ¿Estamos considerando los impactos de género en la historia? ¿Estamos contando historias que tienen por protagonistas a mujeres o disidencias?
Tener en cuenta estas preguntas, no solo enriquece nuestra cobertura, también nos ayuda a no ser parte del problema.
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