Diciembre 23, 2024.

Ayer por la mañana, mientras hacía journaling y contestaba unas preguntas que hicimos Lety y yo en lo que espero pronto sea un diario, empecé a llorar. Lloraba porque mi corazón se quedaba sin aire. Lloré porque, por primera vez en varios meses, sentí que finalmente podía sentarme.

Este año, para mí, fue arrasador, y me encanta esa palabra porque cuando algo o alguien arrasa, se lleva de todo: lo bueno, lo malo y lo que todavía ni estaba. Arranca de raíz tantas cosas y, al final, ni tiempo para frenarlo tuve. Entonces, me arrasó la vida. Para mediados del verano, ya no me quedaba corazón que me ayudara a salir adelante, y conociéndome, me di a la tarea de pasar todo un semestre triste.

No me pude sacudir la tristeza por ningún lado ni con nadie. Todos los días, de una u otra forma, la tristeza llegaba, me tomaba de la mano y no me soltaba. Fuimos y venimos juntas al gym, nos dormimos abrazadas, me cepilló el pelo. Fue mi más fiel compañera. Silenciosa pero imponente. Extrañaba estar triste, sentirme, sentir la vida. Pasé todos los últimos meses del año bastante sola. Subí varias montañas sola, fui a muchos viajes sola, estuve en mi casa y en el estudio de la CDMX sola. Es difícil, a veces y con el trabajo que tengo, poder tomarme ese tiempo, porque muchas de las decisiones que tomo en el día a día son importantes, y la tristeza no es muy buena consejera. Entonces, me tocó estar triste en medio de cosas preciosas que también pasaron. Porque la vida así es de canija: te mete el pie y luego te recuerda que es bella y canija al mismo tiempo y que siempre es una buena oportunidad para reinventarse, dejar ir y volver a empezar.

Pero bueno, lo que quería decir escribiendo este último newsletter del año es que, en medio de este semestre arrasador y de las consecuencias arrasadoras que trae un corazón partido, este bellísimo proyecto, quienes lo hacen con nosotras y quienes lo escuchan, me acompañaron de maneras en las que jamás me hubiera podido imaginar. Todos los abrazos que me dieron a media calle mientras la tristeza y yo paseamos por el camellón de media tarde, me curaron. Los comentarios, los invitados, los feedbacks con retroalimentación, los tours y cuánta cosa hicimos con Se Regalan Dudas, fue mi lugar más seguro este año.

Han tenido que pasar muchos años para poder decir esto porque para mí, Se Regalan Dudas en sus primeros años fue extremadamente abrumador, aunque siempre bello. Pero hoy, puedo decir que los amores de la vida son muchos. Están en todos lados y de todo. Que aquel sueño, aquella amiga, aquel libro, aquella canción, esa montaña que te gusta subir, también es amor, amor que no se va y no pide nada.

El acto de soltar, de dejar ir, de dejar atrás, de irte, de dar el primer paso, de cerrar la puerta, de querer más, de pedir más, de decir "ya no quiero, gracias, mejor no", ha sido arrasador, pero abrió espacio a un mundo de nuevas cosas, de innovación y renovación. Nuevas cosas que, seguro tienen mucho tiempo queriendo llegar, pero no había espacio, cosas que confío me andan persiguiendo desde hace muchos años. Hoy, mientras escribo esto, me siento diferente, queda muy poco de la Ash que fui hace algunos años. La tristeza se fue hace unas semanas y, con eso, llegó el inmenso espacio para empezar de nuevo, para reinventarme.

El trabajo personal es todos los días. Hay etapas de mi vida en las que me siento más confiada, más segura y auténtica, etapas en las que siento que estoy tomando decisiones de acuerdo a mis expectativas, pero si algo aprendí este año, es que al estar en constante evolución, lo que hoy nos es genuino, mañana puede ya no serlo, por eso siempre hay que estar alerta, repasando constantemente esos acuerdos que tenemos con nosotros mismos y no perder de vista que replantearnos nuevamente lo que queremos es parte de acercarnos a nuestros sueños.

Este año quiero cerrarlo honrando el cambio, la evolución y el valor que se requiere para soltar lo que ya no nos está haciendo sentido. Sentir que de pronto perdemos rumbo, no quiere decir que estemos estancados, siempre es una oportunidad para practicar la auto validación y abrir espacio para innovar y crear una nueva versión de nosotros mismos.

Gracias Buick Envision por recordarnos que la única constante es el cambio y que estamos en constante evolución.

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¡Les amo comunidad, gracias por acompañarme y nos vemos el próximo año!