Este 19 de junio Colombia elegirá a su próximo presidente en segunda vuelta. Las opciones son dos: Gustavo Petro, un reconocido líder de izquierda que combatió en la guerrilla del M-19, y que luego de dejar las armas ha construido una carrera como congresista y alcalde de la capital del país; y Rodolfo Hernández, un empresario inmobiliario que se autodefine como “independiente” y que fue alcalde de Bucaramanga, una pequeña ciudad del oriente del país, y cuya bandera más fuerte es la lucha contra la corrupción.
Ambos candidatos avanzaron a la segunda vuelta porque se mostraron como posibilidades de cambio a las políticas que durante años han gobernado a Colombia. Muchas de sus propuestas de gobierno los ubican en dos orillas distintas, casi opuestas.
Los temas ambientales y climáticos son uno de los principales diferenciadores de ambos. Mientras Petro se opone de forma rotunda al fracking y ha sostenido durante toda su campaña que buscará eliminar en 12 años la dependencia que históricamente ha tenido Colombia a los combustibles fósiles, como el carbón y el petróleo; Hernández ha presentado un plan ambiental escueto en el que promete cumplir los acuerdos internacionales, como los suscritos en la COP26, pero también promete potenciar el crecimiento económico, fortaleciendo la agroindustria, la minería y el turismo. También se ha manifestado públicamente a favor de unir los ministerios de ambiente y cultura, algo que ha generado críticas en el país porque mermaría aún más el protagonismo de las medidas de protección ambiental.
De otro lado, Petro relaciona la crisis climática con la pérdida de la biodiversidad y ha propuesto crear acuerdos comunitarios en pequeñas poblaciones agrarias para la protección de los ecosistemas; mientras Hernández se ha mostrado indeciso frente a la extracción de petróleo mediante la técnica conocida como fracking, y ha dicho que deben hacerse estudios para aprobar algunos pilotos en el país.
Finalmente, mientras el plan de gobierno de Petro incluye varias estrategias que implementaría para proteger a líderes y lideresas ambientales; Hernández sólo menciona que implementará el Acuerdo de Escazú, pero no hace referencia específica a la grave situación que vive esta población en Colombia, país que fue catalogado por Global Witness como el más peligroso para defender el medioambiente.
Así que este 19 de junio Colombia tendrá la difícil tarea de decidir entre dos caminos distintos que conducen al cambio: o dar un salto hacia una apresurada transición energética propuesta por Petro, o aventurarse a un gobierno sin un plan claro y detallado en materia ambiental como el que propone Hernández.
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