“Porque nos quitarían las casas y no serían heredables”, “la vivienda iba ser del Estado”, “la plurinacionalidad divide al país”, “las pensiones no serían heredables”, “porque Boric no ha hecho nada”, “por la delincuencia”, “porque no le creo a los políticos”.
Esas son algunas de las respuestas que recopiló Ciper al recorrer las comunas más populares de Santiago, la capital de Chile. El pasado domingo, la propuesta constituyente sufrió la más dura derrota posible, con un 61% de los votos a favor de la opción “Rechazo” a un texto que destacaba por su contenido ambiental y ecológico.
En 2020, para el plebiscito de “entrada”, las “zonas de sacrificio” (aquellos lugares marcados por profundos conflictos socioambientales) habían estado a la vanguardia del “Apruebo” a una nueva Constitución, con cifras cercanas al 90% de las preferencias. En el plebiscito de “salida”, el “Rechazo” se impuso en todas. En Petorca, la comuna emblema de la mega sequía en Chile, donde el verde reluciente de los campos de paltos contrasta con la tierra seca, el “Apruebo” pasó del 90% al 43%. En dos años, la comuna perdió 600 votos por el Sí y ganó cuatro mil por el No. La Constitución ecológica no llegó a los territorios.
La derrota duele, porque, como dice Maisa Rojas en esta entrevista de Michael Lieberherr, “la propuesta de nueva Constitución era muy vanguardista, muy del siglo XXI, entendía los desafíos del cambio climático y la pérdida de biodiversidad muy bien, y por tanto era una excelente propuesta de marco para pensar el Chile del futuro, para las próximas décadas”.
Aún restan muchos análisis por hacer, muchas cosas por entender. La desinformación, las mentiras, el rol de los medios de comunicación, el caos que fue la Convención Constitucional, las incoherencias propias del texto, la inseguridad, el costo de la vida, el voto de castigo al gobierno de turno. Probablemente todas sean parte de las razones que explican el resultado.
Lo cierto es que los “avances” ambientales no fueron suficientes, ni jugaron un rol decidor para un país donde cerca de la mitad de la población vive en zonas de escasez de agua. Previo a la elección y en pleno clima plebiscitario, el académico Juan Pablo Luna advertía acerca de esta “sociedad estallada”, un Chile incierto que, una vez más, se enmarca hacia un nuevo proceso constituyente.
|